BASES DE LA TEORIA ROGERIANA

Resumen de Teorìa Rogeriana por Clr. Viviana Montaña Wall Behr

Visión de Rogers en relación a la clase de relación
que es posible generar entre dos seres humanos

Mi opinión se ha ampliado recientemente en una nueva área que no se puede estudiar hasta ahora en forma empírica. Cuando estoy mejor como facilitador de grupo o como terapeuta, estoy más cerca del mí mismo interior, o quizás en un estado levemente alterado de conciencia, entonces lo que hago parece ser plenamente curativo. Mi sola presencia alivia y es provechosa. No puedo forzar esta experiencia, sino que cuando puedo relajarme y estar cerca de mi base trascendental, puedo comportarme de maneras extrañas e impulsivas en las relaciones, que no puedo justificar racionalmente y que no tienen nada que ver con mis procesos intelectuales. Pero estos comportamientos extraños resultan correctos en cierta forma. El crecimiento profundo, curativo, y la energía están presentes. En esos momentos, parece que mi ser interno ha salido afuera y ha tocado el ser interno del otro. Nuestra relación se supera y se convierte, en parte, en algo más grande.” (1)

            “La tendencia actualizante”:

Mi teoría de la tendencia actualizante crece junto a mi experiencia con los consultantes.  Debieron mis clientes desarrollarse tanto en su autotrascendencia que necesariamente se convirtió en parte de mi teoría. Y tengo la certera sensación de que nos estamos moviendo hacia una era donde los fenómenos de la auto-trascendencia serán más comunes, porque son más aceptados o porque ya era tiempo que ello emergiera.”  (1)

             La aceptación positiva del otro:

“Pienso que la  "aceptación positiva" en una relación y en uno mismo tienden hacia una paz interna o a la  tranquilidad o, si uno es afortunado, hacia la serenidad. Experimento que en la mayoría de las situaciones que he descrito hay una proximidad intensa con el consultante y esa parece ser una forma trascendental de aceptación. Es un continuo camino de encuentro vivencial. Esto incluye la aceptación a la belleza de mis fucsias (flores), tanto como aquello que se internaliza en mí, como aquellas cosas que se internalizan en una relación.” (1)

Analizando las opiniones de Rogers podemos encontrar los puntos de sustento de teoría y práctica en que se basó para el desarrollo de la práctica en consultoría.

Rogers cita Cuando estoy mejor como facilitador de grupo o como terapeuta, estoy más cerca del mí mismo interior o quizás en un estado levemente alterado de conciencia, entonces lo que hago parece ser plenamente curativo. Mi sola presencia alivia y es provechosa.” En relación a esta afirmación vemos que alude aquí desde su experiencia en consultas alguna de las enseñanzas significativas que podemos encontrar en su libro “El proceso de convertirse en persona”:

“cuanto más me limito a ser yo mismo y me intereso por comprender y aceptar las realidades que hay en mí y en la otra persona, tantos más cambios parecen suscitarse” (2)

“He aprendido que mi percepción de una situación como organismo total es más fidedigna que mi intelecto... He descubierto que siempre que confié en algún sentido interior no intelectual mi decisión fue prudente... A medida que aprendo a confiar más en mis reacciones como organismo total descubro que puedo usarlas como guía de mis pensamientos... Considero que esta actitud es un modo de confiar en mi experiencia total de la que sospecho que es más sabia que mi intelecto... al ejercer mi propio y humilde esfuerzo creativo pongo mi confianza en lo que aún ignoro y en lo que aún no he hecho” (3).

De alguna manera lo que está intentando transmitirnos aquí Rogers es que la llave que verdaderamente abre la puerta a la calidad de encuentro que el consultante necesita no está disponible en ningún libro, en ninguna técnica, en ninguna pauta concreta que se pueda planear de antemano. En énfasis está puesto aquí – como en toda la obra de Rogers – en la actitud personal. Esta es la llave. Pero nuevamente aquí nos encontramos con que esta actitud no puede ensayarse, no se encuentra en talleres de dramatización, ni en ejercicios gestálticos... esta es una actitud que deviene pura y exclusivamente del contacto con nuestra interioridad y con aquello que se va generando en contacto con el consultante. Tal como lo expresara Martín Buber: “la relación con el Tú es directa. Entre el Yo y el Tú no se interpone ningún sistema de ideas, ningún esquema y ninguna imagen previa. La memoria misma se transforma en cuanto emerge de su fraccionamiento para sumergirse en la unidad de la totalidad. Entre el Yo y el Tú no se interponen ni fines, ni placer ni anticipación... Todo medio es un obstáculo. Sólo cuando todos los medios están abolidos, se produce el encuentro” (4).  

Esta es la calidad de contacto que se genera cuando el consultor logra desarrollar “su actitud personal”, es ahí en  contacto con esa actitud cuando el consultante puede abrir su interioridad y allí surge El crecimiento profundo, curativo, y la energía están presentes. En esos momentos, parece que mi ser interno ha salido afuera y ha tocado el ser interno del otro. Nuestra relación se supera y se convierte, en parte, en algo más grande.”

Rogers nos habla de la base de su teoría “la tendencia actualizante” y variadas fueron las fuentes desde donde abrevó para su desarrollo, desde el existencialismo de Heiddegger, la fenomenología de Husserl, la filosofía zen, los conceptos de condición humana y libertad de E. Fromm, El concepto de “Sí Mismo” de William James, las definiciones de hombre autorrealizado de A. Maslow, entre otros. Veamos qué es lo que el mismo Rogers cita en su libro “Terapia, Personalidad y Relaciones Interpersonales” y en “El Poder de la Persona”:
              
“Todo organismo tiene la tendencia innata a desarrollar todas sus potencialidades de para conservarlo o mejorarlo. Abarca no  sólo la tendencia a satisfacer lo que Maslow denomina “necesidades deficitarias” de aire, alimentación, agua etc, sino también a realizar actividades más generalizadas como el desarrollo tendiente a la diferenciación creciente de los órganos y funciones, la expansión en función del crecimiento y la expansión de la eficacia mediante el uso de herramientas, la expansión y el mejoramiento  a través dela reproducción. Es el desarrollo en el sentido de la autonomía y en sentido opuesto al de la heteronomía” (5)

“Considero que la tendencia actualizante en el organismo humano es motivación básica... En mi experiencia en el trato con individuos, en una relación terapéutica, en mi experiencia al facilitar grupos intensivos, y en mi experiencia al proporcionar a estudiantes la libertad para aprender, el hecho más impresionante... parece ser la tendencia direccional hacia la totalidad, hacia la actualización de potencialidades. Yo no he encontrado efectiva una psicoterapia o una experiencia de grupo cuando he tratado de crear en otro individuo algo que no está ahí, pero he encontrado que sí puedo proporcionar las condiciones que promueven el crecimiento, entonces esta tendencia direccional positiva produce resultados constructivos.” (6)

“... el organismo no tiende hacia el desarrollo de su capacidad de tener nauseas, ni actualiza su potencialidad para la autodestrucción, ni su habilidad para soportar el dolor. Estas potencialidades llegan a actualizarse sólo bajo circunstancias poco usuales o perversas. Está claro que la tendencia actualizante es selectiva y direccional, es una tendencia constructiva... en resumen, estamos tratando con un organismo que está siempre motivado... de modo que reafirmo... que hay una fuente central de energía en el organismo humano, que ésta es una función es confiable de todo el organismo y no de una sola parte de él y que es mejor conceptualizada como una tendencia hacia la realización, hacia la actualización, no sólo hacia el mantenimiento, sino también hacia el mejoramiento del organismo” (7)

Este es el pilar base del pensamiento rogeriano. La confianza indiscutible en la capacidad de desarrollo autónomo del hombre es lo que brinda al counselor el punto de apoyo desde donde generar la actitud personal que el consultante necesita para descubrir sus desacuerdos internos, generar la confianza (producto del contacto con la actitud personal del consultor) en su sabiduría organísmica y actualizar así las potencialidades que le son inherentes a su naturaleza humana y a su proceso de desarrollo personal individual y colectivo.

Las tres herramientas que surgen de este pilar principal que es la tendencia actualizante son los que generan la calidad de actitud personal que el consultor necesita desarrollar:

1) La Congruencia implica que, tomando en cuenta que el consultor en sí mismo es su propio instrumento de trabajo, su actitud hacia el consultante debe ser auténtica y transparente, en toda la medida que su conciencia lo permita. Para ello necesita estar abierto a la experiencia y tomar contacto con el “aquí y ahora” que representa ese vínculo único que se va generando entre ellos. Necesita desarrollar una actitud de “alerta conciente” a los sentimientos y sensaciones físicas y emocionales que vayan surgiendo a medida que entra en contacto con esa “totalidad” que representa su consultante.

Esta actitud de “alerta conciente” va a desarrollar en el consultor la facultad de estar atento a lo obvio, lo visceral y todas las repercusiones que puedan derivar de ello, para poder sostener el foco de atención en el consultante sin dejar de vivenciar sus propios registros mentales, emocionales y físicos. Esta tarea requiere de una actitud de apertura y una constante verificación personal por parte del consultor, quien una vez establecido el vínculo de ayuda con el consultante deberá supervisar todo este material de trabajo con otro counselor o psicólogo que pueda aportar su visión y asistencia.
El vínculo dentro de la consulta se desarrolla de persona a persona en un nivel de equidad,  donde la respuesta a los problemas acuciantes del consultante están siempre dentro suyo, y el consultor será en encargado de acompañarlo en el camino de encontrar esas respuestas en su interioridad, respetando sus tiempos, su necesidades, su integridad como ser humano y la autoridad que el consultante ejerce sobre su propia vida.

Congruencia implica mostrar coherencia entre lo que sentimos, hacemos y decimos. Esta es la actitud que necesita transparentar el consultor para generar una respuesta de apertura en el consultante. La transparencia en este sentido puede llevarlo a tener que hacer revelaciones personales frente al consultante para que el vínculo no pierda su autenticidad. La forma, momento y calidad de esas revelaciones serán claves para que esto no resulte perjudicial en el proceso establecido entre ambos, teniendo en cuenta siempre que – si bien el vínculo se establece en un plano de igualdad – el consultante se encuentra en una posición vulnerable, susceptible a desequilibrarse con mayor o menor facilidad, dependiendo del caso.

En “Trabajando en Profundidad Relacional en Counseling y Psicoterapia” leemos en relación al concepto de “congruencia”:

 “... la congruencia implica... conciencia de uno mismo y también el deseo de ser transparente con el cliente... Como Rogers dice “con esta palabra congruencia queremos decir que los sentimientos que el counselor está experimentando están disponibles a su conciencia, que él es capaz de vivir esos sentimientos, de ser esos sentimientos en la relación y de comunicarlos, si es apropiado” (8)

En relación directa con la congruencia tenemos el concepto de “transparencia” que Mearns y Cooper definen:

“la transparencia en sí misma puede ser vista en dos facetas: una de las cuales es acerca de lo que nosotros no hacemos y la otra es acerca de lo que sí hacemos. La primera, que podríamos llamar “ser natural” es simplemente no tratar de escondernos o disfrazar cualquier cosa que esté sucediendo dentro nuestro. Por contraste la segunda podríamos llamarla “inmediatez” es acerca de comunicar activamente nuestras experiencias aquí y ahora a los clientes” (9)

El mismo Rogers comenta en “El proceso de convertirse en persona”:

“en mi relación con las personas he aprendido que, en definitiva, no me resulta beneficioso comportarme como si yo fuera distinto de lo que soy... pienso que la mayoría de los errores que cometo en mis relaciones personales – es decir la mayor parte de los casos en que no logro ser útil a otros individuos  - pueden explicarse por el hecho de que – a causa de una actitud defensiva – me comporto de una manera superficial y opuesta a mis verdaderos sentimientos” (10)

Finalmente es fundamental tener en cuenta que congruencia y transparencia no significan hacer revelaciones al consultante en cualquier instancia de la consulta y de forma automática – o sea irreflexiva – ya que tal como aclaran Mearns y Cooper:

“... no estamos sugiriendo que los terapeutas deberían mostrar sus vulnerabilidades y experiencias momento a momento a sus clientes. La cuestión clave que los terapeutas necesitan plantearse a sí mismos es si esa revelación está al servicio del cliente o si tiene más que ver con sus propias necesidades... hay contextos en los que la última cosa que el cliente necesita es que el terapeuta cuente acerca de su propia vida... también hay momentos en los cuales el cliente necesita activamente esos detalles... la evidencia sugiere que un limitado grado de revelaciones personales puede ayudar en el trabajo terapéutico” (11)

En este sentido podemos observar cómo – de acuerdo al mismo Rogers y a los autores que profundizaron su pensamiento – la congruencia y la transparencia son claves para generar el espacio que necesita un consultante para abrir su mundo interior, ya que éstas premisas son la base para establecer una relación de confianza, pero asimismo – considerando el estado de vulnerabilidad que caracteriza a los consultantes – es imperioso el uso razonable de todo material que corresponda a sensaciones / sentimientos /pensamientos del mundo interno del consultor en relación al efecto que esto pueda tener en el “aquí y ahora” del consultante.

2) La Empatía es una forma de acercarse al vínculo con otro que parte del intento de “ver el mundo a través de los ojos del otro”. La herramienta de la imaginación le brinda al consultor la posibilidad pensarse a sí mismo “como sí fuera su consultante”. De esta manera el consultor intenta comprender el mundo emocional del consultante tal como él lo ve – esforzándose por no emitir juicios sobre los sentimientos y emociones del otro, y por no ir al otro lado de la escala y quedar “simbiotizado” con él. 

La aproximación al consultante a través de una mirada empática implica dos movimientos: 1) ingresar al mundo del otro a través de la propia experiencia personal para sintonizar con las emociones que ello implica. 2) Desprenderse de la experiencia personal para poder hacer contacto con la forma en que el consultante lo vive. Si el consultor no realiza el 2do. paso no logra ingresar al mundo del consultante sino que se queda “pegado a su propia experiencia” y no puede centrarse en el otro.

En palabras del mismo Rogers (reproducidas por Claudio Rud):

“La comprensión empática significa que el terapeuta siente exactamente los sentimientos y las intenciones personales que están siendo experimentadas por el cliente, al que comunica esta comprensión. En sus mejores momentos el terapeuta está tan metido en el mundo privado del otro que puede aclarar no solamente el significado de las cosas de  las que el sujeto es consciente, sino también de las que permanecen debajo del nivel de conciencia. Este tipo de escucha... es una de las fuerzas más potentes para el cambio que yo conozco” (12)

Según Claudio Rud, entonces “Empatizar es estar en contacto cono uno, con el otro, con el entorno, todo como uno y uno como todo, es una forma de encuentra que – como todo encuentro genuino – es eterno, no porque dure mucho tiempo sino porque ocupa “todo el tiempo”. Y en relación a este “arte de empatizar” él nos acerca otro concepto que lo complementa y da basamento “la escucha”: “Cuando hablamos de la capacidad de escuchar nos estamos refiriendo a la captación de la experiencia vivida por el consultante más que a la atención

por los datos objetivos. La finalidad de terapeuta es percibir tan sensible y agudamente como le sea posible la totalidad del campo perceptual tal como lo experimenta el consultante”. (13)

Escuchar a una persona suele parecer una tarea fácil de realizar y que no demanda esfuerzo. Lamentablemente la mayoría de las personas no tienen conciencia de que “escuchar es un arte” y como tal requiere de dos elementos previos para su desarrollo: el don y la disciplina. Desde cualquier óptica que se vea nos resulta evidente que no es un arte que toda persona esté habilitada a  desarrollar y podemos comprobarlo al compararlo con otro arte: la música – cualquiera que haya intentado tocar un instrumento o cantar puede dar cuenta de ello: si se tiene el don y se emplea la disciplina uno puede llegar a ser músico, cantante, artista en definitiva. Si se tiene el don pero no hay disciplina o se aplica una disciplina sin tener el don, los resultados son diferentes: en el mejor de los casos se puede llegar a ser “un buen ejecutante” o “una voz adiestrada”  pero nunca un artista. Exactamente lo mismo vemos – y con mucha más razón se tiene que poner énfasis en ello – en la escucha. Si un consultor no nace con el talento de escuchar pero ejercita las técnicas o viceversa no podrá transmitir al consultante la calidad de escucha empática-resonante que se requiere para generar el clima de confianza que habilita a los aspectos más sutiles del alma a salir a la luz.

Veamos que nos comenta al respecto Michael Nichols en su libro “El arte perdido de escuchar”:

“Una escucha genuina implica una momentánea suspensión del propio yo... para escuchar realmente tienes que suspender tu propia programación, olvidarte de lo que podrías decir a continuación y concentrarte en ser un vehículo receptivo para el otro”...”pero inevitablemente siempre llega el momento en el que dejamos de estar concentrados. Perdemos interés o sentimos el impulso de interrumpir. Este es el momento en el que, para seguir escuchando, necesitamos autocontrol”...”el altruismo del escuchar genuino es difícil de mantener de modo que nos engañamos de varias maneras pensando que estamos escuchando cuando, de hecho, no lo estamos haciendo”...“interrumpir a alguien para explicar una historia similar es un ejemplo muy común para demostrar que los oyentes no se controlan a sí mismos”...”otro ejemplo de oyente que no sabe contenerse es el que responde con excesiva compasión, un obsequio que por lo general resulta más significativo para quien lo hace que para quien lo recibe. Un interés exagerado puede parecer menos egoísta que dirigir la conversación hacia ti mismo, pero sobreactuar no es lo mismo que escuchar de verdad. Escuchar significa asimilar, no adueñarse” (14).

Y como si esta “calidad de escucha” no fuera por sí misma suficientemente difícil de alcanzar, Mearns y Cooper nos aclaran:

“Escuchar a los clientes sin embargo implica más que darles una oportunidad de hablar, lo que realmente significa es comprender, prestar atención, estar presente con el cliente y sintonizar con su ser a un nivel emocional cognitivo y corporal, esta es otra razón por la cual puede ser tan importante brindar al cliente un espacio ininterrumpido para hablar, particularmente al inicio de la sesión... Para desarrollar una comprensión holística de la otra persona necesitamos tiempo, las personas son seres complejos y si los terapeutas intervienen demasiado pronto no permiten que su complejidad emerja y se manifieste con todas las sutilezas, interacciones, dilemas y tensiones” (15).

Como podemos apreciar por los comentarios de estos autores, las posibilidades de establecer el espacio adecuado para que el consultante pueda abrir su mundo interno dependen casi con exclusividad de la capacidad del consultor de “transmitirse él mismo hacia el consultante”  mediante una actitud personal que refleje autenticidad, apertura, escucha resonante, atenta y comprensiva y fundamentalmente brindando el tiempo que ese consultante requiere y necesita para bucear en su interior y descubrir sus propios tesoros.

3) La Aceptación Positiva Incondicional es condición sine quanon para el desempeño del consultor desde el enfoque centrado en la persona. Es quizá uno de los aspectos más difíciles a trabajar porque implica aceptar al otro TAL
CUAL ES, sin juzgamientos, validando su experiencia y totalidad que como ser humano ese consultante representa. De esto dependerá en gran medida el éxito del proceso de ayuda que brinda el consultor, por lo cual exige de parte de éste un constante proceso de autoevaluación y consulta con un supervisor.

Acorde a las propias palabras de Rogers vemos que en su experiencia personal él observó:

“He descubierto el enorme valor de permitirme comprender a otra persona... pero esta afirmación me resulta extraña ¿es necesario permitirse conocer al otro? Pienso que definitivamente es así. Nuestra primera reacción ante las afirmaciones que oímos de otras personas suele ser una evaluación inmediata, o un juicio, más que un intento de comprensión. Cuando alguien expresa un sentimiento, una actitud o creencia podemos pensar “está en lo correcto” o “es una tontería”... muy pocas veces nos permitimos comprender exactamente lo que su afirmación significa para él. Pienso que esto se debe a que comprender es riesgoso. Si me permito comprender realmente a otra persona, tal comprensión podría modificarme y todos experimentamos temor ante el cambio”...”Sin embargo el aspecto paradójico de mi experiencia consiste en que cuanto más me limito a ser yo mismo y me intereso por comprender y aceptar las realidades que hay en mí y en la otra persona, tanto más los cambios parecen suscitarse”...”Cuando me acepto como soy puedo modificarme... no podemos dejar de ser lo que somos en tanto no nos aceptemos tal como somos. Una vez que nos aceptamos el cambio parece llegar casi sin que se lo advierta”...”En estas ocasiones aprendo modificándome de modo tal que me torno una persona diferente, con mayor capacidad de dar. Quizá sea aún más importante el hecho de que mi comprensión de estos individuos les permite cambiar, aceptar sus propios temores y  sus extraños pensamientos, sus sentimientos trágicos y sus desesperanzas así como sus momentos de coraje, amabilidad amor y sensibilidad. Su experiencia y la mía revelan que cuando un individuo comprende plenamente esos sentimientos, puede aceptarlos con mayor facilidad en sí mismo. Entonces descubren que tanto ellos como sus sentimientos cambian.” (16).

Desde esta perspectiva la aceptación positiva del otro implica primero una aceptación positiva de mi persona. Esto es válido en todos los órdenes de la vida pero más aún en una profesión de ayuda. Un consultor no estará en condiciones generar un clima de aceptación y seguridad a su consultante frente a los aspectos más oscuros de su sombra personal sino ha alcanzado un nivel de aceptación medianamente integrado de sus propios aspectos reprimidos. El clima de aceptación y seguridad requiere de incondicionalidad – o lo que es lo mismo sin exclusiones. De no ser así resulta casi inevitable un juicio valor por parte del consultor que    -  ya sea que se manifieste en forma expresa o encubierta -  será percibido mínimamente a un nivel de subcepción por parte del consultante reforzando así el grado de valoración condicionada que éste presente.

Es importante destacar algo que comenta el Clr Claudio Rud en relación a qué significa realmente la aceptación positiva incondicional. 

 “Esencialmente esta actitud procura permitir al terapeuta asomarse al mundo interno del consultante del modo más “ingenuo”, es decir lo más libre de juicios y prejuicios que le sea posible”.(17)

En este sentido el autor para que este concepto no sea percibido como una exigencia sino como una nivel de respeto por la diferencia, por la experiencia del otro y por la propia y como una aceptación de estas diferencia, lo denomina “Validación incondicional de la experiencia”

“Nótese que hablo de validación, es decir algo que da validez, no valoración. Validar aquí significa sólo constatar la existencia es decir: “hay tal o cual experiencia”, sin que esto implique convalidarla “esto está bien”, ni invalidarla “esto está mal.” (17)

La aplicación de estos conceptos básicos la encontramos desarrollada en su teoría de la personalidad, específicamente en lo que Rogers denomina “Proceso de Reintegración(18) y se explica en los siguientes términos: Para que el consultante puede restablecer la congruencia consigo mismo perdida a causa de las adaptaciones en su interacción con el medio en orden a satisfacer su necesidad de consideración positiva, se requiere que:

Ø      Los procesos de defensa puedan revertirse
Ø      El consultante valore su experiencia en forma menos condicional, elevando el nivel de aceptación positiva incondicional de sí mismo.

 El aporte que realiza el consultor para este el desarrollo de estos factores es:

Ø      Consideración positiva incondicional demostrada y efectivamente comunicada por una persona-criterio (en este caso el consultor)
Ø      Contexto de comprensión empática (por parte del consultor)

Como consecuencia de lo anterior el consultante percibe sus experiencias y sensaciones como menos amenazantes, su nivel de activación de mecanismos de defensa cede a la vez que aumenta su valoración organísmica y su capacidad de adaptación psicológica.

a Bibliografía b

(1) Entrevista con el Dr. Rogers de la revista "Laughing Man Magazine", en el  invierno de 1984, tres años antes de su muerte.
(2) Carl Rogers, El proceso de convertirse en Persona: pág 30
(3) Carl Rogers, El proceso de convertirse en Persona: pág 31
(4) Martín Buber, ¿Qué es el Hombre?
(5) Carl Rogers, “Terapia, Personalidad y Relaciones Interpersonales”: pág 24
(6) Carl Rogers, “El Poder de la Persona”: pág 164-166
(7) Carl Rogers, “El Poder de la Persona”: pág 167-168
(8) Dave Mearns, Mike Cooper, “Trabajando en Profundidad Relacional en Counseling y Psicoterapia” Cap 7- pág 18
(9) Dave Mearns, Mike Cooper, “Trabajando en Profundidad Relacional en Counseling y Psicoterapia” Cap 7- pág 19
(10) Carl Rogers, El proceso de convertirse en Persona: pág 26-27
(11) Dave Mearns, Mike Cooper, “Trabajando en Profundidad Relacional en Counseling y Psicoterapia” Cap 7- pág 24
(12) Claudio Rud, La Psicoterapia del Acercamiento Centrado en la Persona: pág 210
(13) Claudio Rud, La Psicoterapia del Acercamiento Centrado en la Persona: pág 212-213
(14) Michael P. Nichols, El arte perdido de escuchar: pág 98-99-106-107.
(15) Dave Mearns, Mike Cooper, “Trabajando en Profundidad Relacional en Counseling y Psicoterapia” Cap 7- pág 8-9
(16) Carl Rogers, El proceso de convertirse en Persona: pág 27-28
(17) Claudio Rud, La Psicoterapia del Acercamiento Centrado en la Persona: pág 218-219
(18) Carl Rogers, “Terapia, Personalidad y Relaciones Interpersonales”: pág 74-75

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